En el marco del Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, el Ministerio Público Tutelar (MPT) del Gobierno de la Ciudad dio a conocer una encuesta según la cual el 66,2 por ciento de los niños, niñas y adolescentes de las escuelas de gestión pública y privada ha sido víctima de bullying por parte de sus pares o conoce a alguien que lo ha padecido. Según el organismo, el lugar principal donde suceden los hechos de violencia y acoso es la escuela (77,2 por ciento) y una cuarta parte de las infancias que lo padecen (24,4 por ciento) afirmó que no hablan con nadie acerca de la situación que viven.

“Las consecuencias (que tiene el bullying) son muy significativas y muy dolorosas para los niños, especialmente para aquellos que no pueden expresar lo que les sucede. Esto puede conducirlos a situaciones de aislamiento, de depresión, hasta llegar a conductas autolesivas”, dijo a Página|12 Lidia Arrausi, licenciada en Trabajo Social y responsable del Programa Convivencia entre Pares del MPT.

Este programa tiene como objetivo promover la convivencia libre de violencia en la comunidad educativa y apunta a la prevención y, en caso de que ya suceda, a reducirla y reparar las consecuencias. Dentro de este marco, el MPT encuestó a 1.380 chicos y chicas de entre 12 y 18 años de escuelas de gestión pública y privada después de que participaran de Teatro para la Convivencia, una de las prácticas restaurativas del Programa.

La actividad consistió en cuatro actores que realizan una dramatización de situaciones que pueden estar vivenciando los alumnos. El objetivo, explicaron desde el MPT, es “generar preguntas y reflexionar para ir hacia un cambio de posicionamiento frente a las distintas formas de violencia”. Los alumnos, además, son invitados a participar de la obra y modificar el guión.

La principal preocupación del MPT fue que al momento de responder la pregunta “con quién hablás si sos víctima de bullying o acoso”, el 24,4 por ciento dijo que no habla con nadie, mientras que el 22,6 por ciento lo hace con la escuela, 48,9 por ciento con los amigos y 59,4 con la familia.

“Nos preocupa mucho que el 24,4 por ciento de las y los adolescentes encuestados manifiesta no hablar de las situaciones de crueldad o malestar que padecen con otros chicos”, afirmó la asesora pública tutelar, Carolina Stanley, y remarcó la necesidad de “trabajar también con los adultos” para que logren generar un espacio de confianza y “que los chicos puedan romper con estas situaciones de silencio y encierro”. “Que se animen a pedir ayuda”, urgió.

Si bien el espacio principal donde sucede el bullying es la escuela, en la encuesta detectaron que un 37,8 por ciento de los casos sucede a través de las redes sociales. Arrausi señaló que este porcentaje ha aumentado en los últimos años y que el problema principal de la violencia en las redes es que “no hay límites de tiempo ni de lugar”, por lo que “el hostigamiento es permanente”. “Se realiza en un lugar que es muy valorado para vincularse por parte de los niños y adolescentes. Por lo tanto, el agobio y el sufrimiento se incrementa”, puntualizó.

Asimismo, esto está acompañado por un proceso de naturalización de la agresión. Según Arrausi, en el proceso de vinculación tanto de niños como de adolescentes “hay lugar muchas veces para la cargada, para la burla, la humillación” y “el modo de resolver estos conflictos a veces se vehiculiza a través de la violencia”, ya sea física o psicológica. Y explicó: “Si estas conductas se aceptan como valoradas por parte de las instituciones o los grupos de los niños y las familias, se crean las condiciones para que se armen estructuras de bullying y acoso escolar. Por eso hay que trabajar en primera instancia en la resolución de conflictos y en no permitir la escalada de la violencia”.

Para hacerle frente al bullying, el MPT ofrece capacitaciones a los adultos para que puedan detectar las señales de alarma y cómo pueden intervenir. “También le ofrecemos a los niños la posibilidad de acceder a nuestra línea gratuita* para que puedan llamar a pedir ayuda en forma anónima, y fundamentalmente los alentamos a recurrir a sus propios adultos de confianza -afirmó Arrausi-. Es fundamental, trabajar la relación escuela-familias, que se fortalezcan y no se descalifiquen la una a la otra a través demandas mutuas de atención sobre los niños. Armar una red entre los adultos para intervenir en forma conjunta brinda seguridad para que los niños y adolescentes puedan confiar en ellos”.