La vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, llamó este miércoles al expresidente republicano Donald Trump para felicitarlo por su victoria en las elecciones del martes, en las que este se impuso. El equipo de campaña demócrata informó que en esa conversación, la candidata subrayó la importancia de que haya una transición pacífica de poderes y que ejerza como presidente para todos los estadounidenses.

La última vez que se había visto a Harris en público fue el martes, cuando visitó por sorpresa la sede del Partido Demócrata en la capital estadounidense para participar en un evento junto a voluntarios y llamar por teléfono a votantes para pedirles el voto. La noche del martes, ella tenía previsto dar un discurso en la Universidad de Howard, en Washington D.C., pero lo canceló al observar la tendencia favorable a Trump. En su lugar, envió al copresidente de campaña, Cedric L. Richmond, quien explicó a los seguidores que aún quedaban votos por contar y que Harris se dirigiría a ellos este miércoles.

En la tarde del miércoles la vicepresidenta brindó un discurso ante sus seguidores desde la Universidad de Howard. “El resultado de esta elección no es lo que queríamos, no es por lo que luchamos, no es por lo que votamos,” señaló, “pero la luz de la promesa de Estados Unidos siempre brillará”.

“Sé que la gente está sintiendo y experimentando una variedad de emociones en este momento. Lo entiendo. Pero debemos aceptar los resultados de esta elección y entablar una transferencia pacífica del poder”, agregó.

La Universidad de Howard había sido elegida como escenario para la celebración de una posible victoria al tratarse de una institución histórica de la comunidad afroamericana en Estados Unidos y también por el vínculo personal de la vicepresidenta con la institución, donde se graduó en Ciencias Políticas y Economía en 1986.

Biden en el centro de las críticas

Según el diario The Washington Post,  Jen O’Malley Dillon, directora de campaña de la vicepresidenta, escribió un correo electrónico al personal de campaña, lamentando la derrota. “Nos enfrentamos a obstáculos y vientos en contra sin precedentes que estaban en gran medida fuera de nuestro control. Sabíamos que esta sería una carrera con margen de error, y así fue”, indicó. “Me despido con esto: perder es increíblemente doloroso. Es difícil, llevará mucho tiempo procesarlo. Pero el trabajo de proteger a Estados Unidos de los impactos de una presidencia de Trump comienza ahora”, añadió, pidiéndole al personal que siga trabajando firme junto al Partido Demócrata.

Tras la derrota de Harris ante Trump, algunos demócratas responsabilizaron al presidente estadounidense. “(Joe) Biden tiene mucha culpa de ello”, apuntó a CNN un alto funcionario de la campaña de Harris, subrayando que la carrera de pocos meses de la vicepresidenta hasta el día de las elecciones fue «la campaña de Biden con Harris en la cima de la lista».

De acuerdo a la cadena televisiva, para muchos funcionarios del partido el inminente regreso del magnate a la Casa Blanca se remonta a la decisión del ahora presidente saliente de buscar la reelección para un segundo mandato, en lugar de cumplir su promesa de campaña de 2020 de ser un presidente de transición y «puente».

En el escenario en el que Biden hubiera decidido no buscar otros cuatro años en la Casa Blanca, dicen los demócratas, habría habido una sólida contienda primaria demócrata para elegir al próximo candidato del partido, y con ella, tiempo para que ese eventual candidato estableciera y dirigiera una campaña propia y distinta.

Biden, de 81 años, ha dicho en privado que pensaba que era el único demócrata que podía vencer a Trump, y juró públicamente que estaba en condiciones de ser presidente otros cuatro años. Cuando abandonó la carrera en julio pasado tras su flojo desempeño en el primer debate presidencial y sus constantes lapsus, indicó que había decidido que era lo mejor para el partido y el país.

Profundizando el golpe recibido por los demócratas, Trump se adjudicó la victoria en el estado clave de Michigan. De esta forma, el republicano se asegura los estados clave del llamado «muro azul», el color asociado a los demócratas: Pensilvania, Míchigan y Wisconsin, todos ellos con una importante población blanca y de clase trabajadora.