Caso Antonini Wilson: llamados y un “pacto por razones no sabidas” fueron la clave de las condenas

Los tres jueces estuvieron de acuerdo en la condena a Uberti y a los aduaneros por haber encubierto el ingreso de la valija con casi u$s800 mil. Rescataron raid de comunicaciones. De Vido y Echegaray, absueltos por la prueba.

 

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El Tribunal Oral en lo Penal Económico N°1 dio a conocer ayer los fundamentos de su veredicto en el juicio por el caso del venezolano Guido Alejandro Antonini Wilson y cerró el epílogo de un expediente que sacudió a la política por más de tres lustros. A lo largo de más de 1.300 carillas, los jueces Luis Losada, Ignacio Fornari y Diego Gacía Berro explicaron por qué habían considerado culpables a los aduaneros de distintas jerarquías que habían intervenido en el proceso de hallazgo de la valija con casi u$s800 mil que portaba el venezolano la madrugada del 4 de agosto de 2007; por qué el extitular del OCCOVI Claudio Uberti fue responsabilizado por el contrabando agravado (junto a Antonini); y los motivos por los que, por el contrario, no hubo prueba para condenar a Julio De Vido, que llegó acusado al debate oral. En el camino ya había quedado el extitular de Aduanas en aquel momento, Ricardo Echegaray, a quien el fiscal Marcelo Agüero Vera desvinculó en el tramo de alegatos por considerar que no existió prueba alguna en su contra y que no impartió orden alguna relativa a la valija, su contenido, o el derrotero administrativo que tuvo el caso.

Ámbito cubrió el juicio en su totalidad y dio cuenta de todas las instancias y testimonios recabados en seis meses de debate que sumaban, además, el paso del tiempo como obstáculo de uno de los casos que mayor incidencia tuvo en la política y permaneció vivo durante casi 16 años en el imaginario colectivo. Más de 680 piezas probatorias fueron utilizadas, sumado a medio centenar de testigos y lo que insumió las primera 600 carillas con un detalle de la acusación y los alegatos defensivos, incluido el careo entre María de Luján Telpuk y el aduanero Jorge Lamastra, sobre lo que ocurrió con la valija.

Losada no dudó, en su voto, de calificar al hecho como un acto de corrupción porque se trató del ingreso de dinero en una delegación encabezada por funcionarios públicos y se quejó de la “apresurada desvinculación” de algunos imputados por parte del juzgado que instruyó el caso a lo largo de 15 años. Focalizó en la exsecretaria de Uberti, Victoria Bereziuk. Pero también subrayó la ausencia de cooperación que exhibió Venezuela para con el caso: nunca se pudo escuchar testigos que iban en el avión. El juez consideró probado que Telpuk tuvo la iniciativa para los controles, mientras que el guarda aduanero se mostró reticente. “Se encuentra corroborado que esa madrugada se efectuaron múltiples llamados telefónicos entre una gran cantidad de funcionarios aduaneros de alto rango durante esa madrugada”, apuntó al detallarlos. “Según el relato de los imputados, no existieron dudas respecto de la calificación del hecho como infracción al régimen de equipaje, sin embargo, tal extremo no se condice con el extenso intercambio de llamados efectuados entre personal de alta jerarquía aduanera y con la minuciosa selección de datos que se volcaron en el acta y de aquéllos que se omitieron”, valoró Losada.

Para la justicia, Antonini Wilson ya mantenía contacto anterior con Uberti mucho antes del episodio de la valija. Esa fue una clave de la condena. Alojamiento en el Sofitel y llamados entre Bereziuk Antonini el 30 de mayo de 2007 lo corroboran. Testimonio de choferes y libros de actas más una agenda dan cuenta de encuentros previos. Pero también que Antonini llamó a Bereziuk desde su celular extranjero pocos días antes de que la comitiva aterrizara en Caracas. No se conocieron en un restaurant durante esa visita ni estaban vinculados con PDVSA. ¿Qué hacía allí Antonini? Una a favor de Uberti fue que para la Justicia no existe duda de que la valija con u$s790.550 era del venezolano y no del funcionario argentino. Pero que al llegar a Aeroparque y en medio del procedimiento dispuso que su chofer de confianza lo aguardara en el lugar para llevarlo a su alojamiento y que hizo 20 llamados aquella madrugada para saber su paradero.

En paralelo, la frenética actividad de Uberti con los secretarios de Néstor Kirchner el sábado temprano fue otro hecho que se dio por probado. “Ninguna duda cabe que Uberti, en su condición de funcionario público posibilitó y ejerció el control sobre el ingreso irregular de la mercadería transportada el día 4 de agosto de 2007 en el vuelo oficial a su cargo reconocida en dicho momento como propia por parte de Antonini Wilson”, apuntó Losada para destacar que “mantuvo una estricta vigilancia sobre la situación, procurando conocer y controlar el destino del dinero y el pasajero”. Pero por el contrario, “las pruebas relacionadas con las comunicaciones telefónicas entre Uberti y De Vido luego de producido el hecho aludidas por el Sr. Fiscal General de Juicio en su alegato tampoco poseen entidad suficiente de convicción para atribuir responsabilidad al entonces Ministro”, sentenció. Es el motivo de la absolución porque no fueron conductas irrazonables. Y la visita de Uberti no fue a su superior formal, sino a Kirchner. No hubo prueba respecto a que De Vido conociera el contenido de la valija. El juez solo hizo mención al juicio en los Estados Unidos y pese a ponerlo bajo “sospecha por pertenecer a un acuerdo judicial”, consideró verosímil la versión de que el dinero era para financiar la campaña de Cristina de Kirchner. De todas formas, y en cuanto a considerar el dinero una mercancía y que al no habersele requerido formulario aduanero, la mentira de Antonini con respecto al contenido de la maleta era suficiente para considerar que se obstruyó el trabajo de control de la Aduana. Para los jueces fue contrabando, en grado de tentativa porque solo la acción de Telpuk lo impidió. Los aduaneros omitieron especificar las constancias de todo lo que implicaba que un vuelo de “presidencia”, con una comitiva de funcionarios públicos que venía de Venezuela tuviera ese cargamento. Para ellos, entonces, la acusación de encubrimiento fue mucho más que un obrar negligente, según lo que se consideró probado en el juicio.

“Sostener que en tales condiciones el hecho configuraba una simple infracción aduanera porque no había habido ocultamiento de las mercaderías y Antonini Wilson se había sometido al control no resiste análisis alguno, máxime ante funcionarios aduaneros con aquilatada experiencia”, fustigó el voto. Los señaló por su accionar que permitió al venezolano y a Daniel Uzcátegui no ser investigados y posteriormente fugarse. Losada mostró su desencanto con que se hubiese descartado en los alegatos un posible lavado de dinero. Hubo una mención a los aduaneros: “Sellaron un llamativo pacto de encubrimiento aceptando el natural riesgo que ello implicaba. Resulta un hecho objetivo que existieron otras razones no sabidas”, deslizó. García Berro hizo especial énfasis en una serie de intercambios de correos electrónicos que mantuvieron los venezolanos con Bereziuk referidos al tema.

Uberti es el único que tendría prisión efectiva cuando la condena quede firme. Los aduaneros, en suspenso. Desde algún lugar de Miami, Antonini Wilson sonríe.

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