El RA-6, el reactor en el que entrenan los especialistas nucleares de Argentina hace más de 40 años
Concebido como una herramienta de enseñanza y entrenamiento para apoyar la carrera de Ingeniería Nuclear en el Instituto Balseiro, fue el primer reactor de diseño nacional contruido en el país. «Fue gracias a este proyecto que Argentina después comenzó a exportar reactores a todo el mundo», asegura el jefe de mantenimiento, Juan Sebastián Vaucheret.
El Reactor Argentino N° 6 (RA-6) fue el primer desarrollo tecnológico de su tipo diseñado en nuestro país y construido en el corazón del Centro Atómico Bariloche, donde las múltiples capacidades con las que fue concebido fortalecen la formación de los técnicos y científicos que se forman allí además de ofrecer una variedad de herramientas a grupos de investigación en distintos campos.
Rodeado por maitenes, cipreses y pinos, el edificio que contiene al reactor sobresale por su altura junto al resto de las construcciones del Centro Atómico Bariloche y su silueta se recorta del paisaje de cerros nevados que lo rodean; esta instalación es la «escuela» en la que se entrenan los técnicos e ingenieros nucleares formados por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), que además desarrolló entorno de esa máquina diversos laboratorio y facilidades para la investigación en campos como medicina, salud, industria, cuidado del ambiente y preservación del patrimonio cultural, entre otros usos.
Con guardapolvos, protección para el calzado y un dispositivo que mide el nivel de exposición a la radiación, los investigadores trabajan sobre el reactor e incluso puede asomarse a su tanque abierto para ver el resplandor azulado conocido como «efecto Cherenkov» que se produce cada vez que las barras de control compuestas de plata, indio y cadmio comienzan a retirarse del núcleo para que los elementos combustibles de Siliciuro de Uranio comiencen a activarse.
El RA-6 fue diseñado y construido íntegramente por Argentina e inaugurado en octubre de 1982. Originalmente fue propuesto como una herramienta de enseñanza y entrenamiento para apoyar la carrera de Ingeniería Nuclear en el Instituto Balseiro (IB), pero a lo largo de su vida, otros usos y aplicaciones se fueron agregando a este Reactor.
Juan Sebastián Vaucheret, un ingeniero electrónico de 45 años oriundo de Bahía Blanca y egresado de la Universidad Nacional del Sur trabaja en el RA-6 desde 2010 y a partir de 2015 es su jefe de mantenimiento.
En diálogo, Vaucheret contó: «este reactor es el primero que se diseñó en Argentina y fue uno de los primeros proyectos de INVAP, que se había fundado en 1976 y para 1977 ya estaba construyendo este proyecto que se terminó inaugurando en 1982».
Durante los años 2007 y 2009 y en el marco de la iniciativa Global Threat Reduction, se llevó a cabo la conversión y modernización del núcleo del reactor a bajo enriquecimiento, lo que permitió el aumentar la potencia térmica del Reactor y optimizar sus aplicaciones, mejorar el flujo neutrónico en el núcleo y en las instalaciones de irradiación.
Vaucheret sostuvo que «el RA-6 fue concebido para capacitar los recursos humanos que necesita la CNEA para darle fuerza al plan nuclear argentino, fue el primero de diseño nacional y su desarrollo estuvo a cargo de Invap que lo tomó como puntapié de los reactores de investigación que vinieron después y a todos sus clientes los traían a conocer estas instalaciones; fue gracias a este proyecto que Argentina después comenzó a exportar reactores a todo el mundo».
Como parte del programa Internet Reactor Laboratory del Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), se desarrolló alrededor del RA-6 una plataforma de educación a distancia que posibilita que estudiantes universitarios de países de la región que no cuentan con un reactor nuclear de investigación puedan acceder a él en forma remota para la realización de experimentos de física de reactores y prácticas de operación del reactor.
Entre sus facilidades, el RA-6 cuenta con un Laboratorio de Análisis por Activación Neutrónica (LAAN) que se desarrolla aplicaciones de técnicas nucleares en estudios del medio ambiente como el impacto de la contaminación con metales pesados en ecosistemas acuáticos marinos y terrestres, analizando concentraciones de elementos como el mercurio, la plata, el selenio o el cadmio en muestras de mamíferos marinos, peces, plancton y sedimentos.
Este reactor también permite realizar neutrografías, una técnica no destructiva que utiliza los neutrones para generar imágenes del interior de diversos objetos, que no se podrían visualizar a través de radiografías con rayos X; esto permite aplicaciones en campos tan diversos como tecnología del almacenamiento de hidrógeno, fabricación de dispositivos industriales y el estudio del origen de fósiles y piezas arqueológicas, entre muchas otras.
Otra facilidad disponible en sus instalaciones es la Terapia por Captura Neutrónica en Boro (BNCT) para el tratamiento de enfermedades oncológicas; el RA-6 posee un haz de neutrones con una composición espectral térmica-epitérmica, con mínimas contaminaciones, especialmente ajustado para el tratamiento de melanomas cutáneos en extremidades. La primera aplicación se realizó en octubre de 2003 y desde entonces se han logrado importantes avances hacia la etapa de implementación clínica.
El RA-6 también permite efectuar análisis por Activación Neutrónica de Gammas Instantáneos, una técnica que se utiliza para determinar los elementos químicos presentes en pequeñas muestras a partir de la radiación gamma que emiten instantáneamente mientras se las activa con un haz de neutrones del reactor. Su aplicación se centra en materiales geológicos, ambientales, biológicos y arqueológicos.
Este reactor además dispone de la capacidad de Difracción de Neutrones, una instalación que utiliza los neutrones del RA-6 para medir texturas cristalinas y analizar tensiones residuales en diversos materiales, obteniendo información a nivel atómico. Se utiliza para estudiar la calidad y resistencia de piezas de la industria nuclear, automotriz y aeroespacial.
Vauruchet destacó que «un aparato como este es muy demandante, la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) exige que se chequen absolutamente todos los componentes anualmente, por lo que se hace necesario un programa de mantenimiento que contemple el chequeo, calibración e inspecciones de todos los componentes del rector al menos una vez al año; en este reactor hay más de 500 cosas que controlar por lo que todos los días se avanza en esos controles mientras que hay cosas que se concentran durante la parada de enero en la que el núcleo se desarma y se aprovecha para inspeccionar todo aquello que no se puede revisar con el reactor encendido».
«Cada diez años se hacen revisiones integrales y estructurales de cada reactor, este acaba de cumplir 40 años y superó su cuarta revisión por lo que sabemos que tiene al menos otros diez años de servicio en los que sabemos que tal como sucedió hasta ahora irá recibiendo sucesivas actualizaciones tecnológicas», completó.
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