Esto es lo que te pasará si idealizas a tu pareja

Evitemos el autoengaño siguiendo los consejos de dos psicólogas expertas en relaciones de pareja

 

Por muchas buenas intenciones que pongamos a la hora de encontrar el amor, no siempre da sus frutos. Ya sabemos que son innumerables los motivos que hacen que una relación amorosa no triunfe, y aún así muchas veces nos empeñamos en forzar lo que no va a acabar bien o, por el contrario, caemos en la idealización.

Cuando todo lo que hace la pareja nos parece que está bien o cuando solo nos quedamos con su lado bueno y no tenemos en cuenta los momentos malos que también vivimos, entre otros ejemplos, es cuando estamos idealizando a una persona, y suelen hacerlo especialmente quienes tienen muchas ganas de tener pareja.

En esas primeras etapas en las que estamos conociendo a esa persona tenemos poca información sobre cómo es realmente, porque solo podemos ver lo que nos está mostrando, que suele ser siempre su mejor lado. Pero comenta Lidia Alvarado, psicóloga experta en el amor, que como tenemos muchas ganas de que esa persona se convierta en alguien realmente especial y que encaje a toda costa y« es ahí cuando la idealizamos y al hacerlo no vemos a la persona cómo realmente es, sino como nos gustaría que fuera. Por tanto, completamos la información que nos falta con aquella que más nos conviene».

Esto, según la psicóloga, da lugar al autoengaño, o a lo que ella llama «estar alucinando por amor», donde hay poca realidad y mucha fantasía: «Esto hará que entremos y nos quedemos en relaciones que seguramente nos harán sufrir y perder mucho tiempo. Y, además, nos costará mucho olvidar a esa persona si la relación se rompe, porque nos quedaremos enganchados a alguien que es una creación mental y que solo existe en nuestra cabeza».

La experta en psicología alerta de que cuando idealizamos «subimos a esa persona a un pedestal y como consecuencia nos hacemos y sentimos pequeños por considerarla superior». También ignoramos un montón de banderas rojas que nos están avisando de que ahí no es, justificando cualquier comportamiento o actitud que no nos gusta. Y es probable que hagamos muchos esfuerzos para gustar a esa persona al creer que por fin es la adecuada, adaptándonos a todo para que encaje. Es decir, se desencadenan una serie de actos que nos llevan a idealizar a una persona que seguramente no nos aporte lo que estamos buscando.

Cómo nos afecta idealizar

Esto nos afecta de numerosas formas. Idealizar a nuestra pareja puede provocar en un inicio bienestar y placer al pensar que el otro es maravilloso y que carece de imperfecciones. Pero también puede crear altas exceptivas sobre la relación y presión sobre la persona idealizada.

Tal como indica la psicóloga experta en relaciones de pareja, Silvia Sanz, la clave se encuentra en descubrirnos paso a paso, idealizándonos en un inicio pero aceptar que nos encontraremos aspectos que desconocíamos y que quizás no son tan perfectos. «Amar se trata de aceptar la cara A de nuestra pareja, que es la mejor que tiene, pero también la cara B que menos nos agrada. Es entonces cuando avanzaremos en nuestro modo de querer y en la relación»

Si nos anclamos en la fase inicial de idealización no se permite a la relación progresar, se enquistan los problemas al no desear mirarlos y la pareja se vuelve ficticia: «La desilusión estará garantizada si tardamos en poner los pies en la tierra para logar ver con objetividad al otro. Los conflictos sin resolver se irán acumulando al enterrar los problemas y la crisis sustituta a la idealización», apostilla Silvia Sanz.

Así se evita

Para que esto nos ocurra, hay que saber usar las herramientas que los psicólogos ponen a nuestro alcance. Si idealizas a tus parejas tienes muchas posibilidades de sufrir, pero existen estrategias que te ayudarán a evitarlo:

Lidia Alvarado comenta que lo primero que se necesita para dejar de idealizar es darse cuenta o ser consciente de cuando se está entrando en este vicio peligroso, para pararlo antes de que sea demasiado tarde. Para ello recomienda:

1. Escribir una lista con todas aquellas cualidades positivas que te ha demostrado de manera objetiva y con hechos que sí tiene.

2. Escribir otra con las cualidades que te gustaría que tuviera, pero que no has visto aún.

3. Por último, escribir todos aquellos rasgos o características que se han visto y que no encajan con nosotros, no gustan o nos hacen sentir incómodo (las famosas ‘red flags’).

A continuación, pregúntate:

– «¿Elijo quedarme con esta persona basándome solo en las cualidades que ya me ha demostrado que tiene?».

– «¿O en realidad me estoy quedando ahí esperando a que con el tiempo sea como realmente quiero?».

– «¿Qué me está dando esta persona en realidad y que me está dando en la fantasía?»

– «¿Estoy completando la información que me falta con la que a mí más me conviene?»

«Hazte estas preguntas cuando acabes de conocer a esa persona y en distintos momentos de esa relación. Esto te ayudará a dejar de idealizarla y verla tal y como es. La clave es fiarte solo de lo que te demuestra que hace y no de lo que te dice que va a hacer. Valorar a la persona por sus acciones y no por sus palabras», aconseja Alvarado.

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