La médica neonatóloga Adriana Moralez, una de las imputadas por encubrimiento del supuesto homicidio de 5 bebés y de la tentativa de homicidio de otros 8 recién nacidos, brindó su punto de vista en la tercera jornada de audiencias del proceso judicial. Su testimonio ocupó por completo la tercera audiencia del juicio y no parecía la de una mujer investigada por el hecho, sino el de una testigo clave.

A pesar de ser parte de la decena de acusados, Moralez afirmó: «No tengo dudas de que hubo una mano asesina. Necesito saber quién mató a esos niños, si la acusada principal es o no, necesito que se sepa quién fue y si alguien va a volver a hacerlo».

La experta en Obstetricia y Tocoginecología fue imputada por el fiscal Raúl Garzón por los delitos de omisión de deberes de funcionaria pública y de encubrimiento doblemente calificado debido a la gravedad del hecho precedente y a que habría sucedido en calidad de funcionaria pública.

Moralez aseguró que, en base a la línea de tiempo de los ataques y las muertes, todas coincidían en niños que estaban bien controlados. Y repasó cómo fue que se descartaron otras hipótesis como podrían ser los efectos adversos de la vacunación contra la covid, de la vitamina K y hasta de picaduras de insectos.

La encargada del Comité de Seguridad del Paciente del Hospital Neonatal también ubicó en contacto constante con los bebés a la principal acusada, la enfermera Brenda Agüero. Sobre ella relató que otra médica le comentó de la capacidad anticipatoria de Agüero respecto a las descompostura de los bebés incluso antes de que llegaran los síntomas.

Dolorida, Moralez aseguró que no puede «dejar de pensar en esa bestia que entró al hospital e hizo semejante daño a las familias y a tantas personas a quienes destruyó el buen nombre, que amaban su trabajo y que lo hacían con mucho amor y dedicación, al cuidado de las mamás y los bebés».

Moralez definió a la muerte de los bebés como «una bomba que estalló» en el hospital. También criticó al Ministerio de Salud de la provincia, que le realizó un sumario interno sin ninguna medida de apoyo. Además, destacó que se vio obligada a tomar medicación debido a la imputación. «El Ministerio no se preocupó si estaba viva, si me podía sostener económicamente, cómo era mi salud mental», se quejó.

La médica recordó cómo fue la oleada de casos, cómo fueron apareciendo los síntomas, sobre todo con los primeros bebés, dado que fueron objeto de análisis.

El 18 de marzo de 2022 falleció Francisco y el 23 de abril murió Benjamín. Ambos coincidían en haber padecido arritmias cardíacas y acidosis metabólica, generada por un alto nivel de potasio en sangre que se produce por falta de oxígeno. Para ese momento aún no había una hipótesis dado que, en palabras de Moralez, “Seguridad del Paciente no tiene nada que hacer si se sospecha de una causa no natural, intencional”.

El caso de Isabella, quien se descompuso debido a una reacción alérgica pocos días después de que falleciera Benjamín, se pensaba que podía ligarse al principio activo de la vitamina K, el aceite de ricino. Dada esta situación se solicitó el cambio del lote por otro que tuviera otro excipiente.

El 1º de mayo, al poco tiempo, se descompuso Gino. Una enfermera revisó los colchones, al punto de romper uno, y encontró un insecto, por lo que se teorizó sobre los efectos de una posible picadura. Aquel día quien informó del estado del bebé fue la misma Brenda Agüero, mientras sus compañeros de trabajo estaban a punto de salir a comer. Afortunadamente Gino salvó su vida en terapia intensiva.

Luego de ese acontecimiento Adriana Moralez y su jefa, la imputada Martha Gómez Flores, pidieron una reunión a la dirección del hospital debido a la ola de fallecimientos y descomposturas de los bebés. “No podíamos explicar por causas que tengan relación con Seguridad del Paciente qué había ocurrido con dos muertes sobre las cuales no teníamos la causa de origen y los casos de los bebés que se descompusieron y lo que planteamos fue que se amplíe la investigación», fueron las palabras utilizadas por Moralez. Las medidas tomadas fueron subir la exigencia del protocolo de medicamentos en el Centro Obstetricio y cambiar de proveedor de la vitamina K.

La médica neonatóloga afirmó haber vuelto al hospital el 6 de junio, dado que se tomó vacaciones desde el 20 de mayo. Ese día se enteró de que estaba internada Angeline, hija de Yoseline Rojas, que fallecería días más tarde, y se enteró de la muerte de Ibrahim Guardia ocurrida durante su descanso. Luego de estos casos decidieron hacer autopsias, con la terrible sensación de que había una intencionalidad en esa seguidilla de muertes inexplicables.

Con el pasar de los días y los casos, Moralez cuenta que la directora del hospital, Liliana Asís, iría al Ministerio para hablar de este problema y que junto a Gómez Flores elaboraron la lista de fallecimientos y descomposturas. Pocos días después Marcela Yanover, directora de Maternidad e Infancias, y la subdirectora Genoveva Ávila iniciaron la investigación ministerial. Además llegó a reunirse con el ex ministro de Salud, Diego Cardozo, para constatar si todas las muertes habían sido por causas no naturales. Para su sorpresa, Moralez fue imputada el 19 de agosto, también de 2022.

La cuarta jornada judicial que se dará mañana comenzará con el testimonio de la médica Claudia Ringelgheim, jefa de Tocoginecología y acusada por encubrimiento como subdirectora médica del hospital, quien según su palabra no ocupa ese cargo desde 2017. Sus abogados ya adelantaron que sabe poco y será lo que declare. Luego comenzarán sus declaraciones las madres que perdieron a sus hijos en el hospital.