Pasado de arquero en las inferiores de Chacarita y San Lorenzo, ex hincha de Boca hasta que Daniel Angelici tuvo un “acto populista” y un “bilardista hasta la médula”, según se autodenomina, Javier Milei, el presidente electo tras imponerse en el balotaje, ha estado vinculado con la número cinco desde siempre. Aunque la ligazón ha sido tirante, contradictoria y le endosó críticas, en especial por sus declaraciones sobre una posible privatización de los clubes.
Su historia reciente con el deporte más popular es también una de contrariedad y frases rupturistas. En una nota con Crónica dijo que no mira fútbol ya que trabaja “de 6 a 24” y que hasta desconoce cómo ataja el arquero de Boca Sergio Chiquito Romero, pero en las últimas semanas hizo un acercamiento al Xeneize apoyando la candidatura de la fórmula Andrés Ibarra-Mauricio Macri para las elecciones del 2 de diciembre.
Según confesó el ex mandatario de la Nación, en la reunión en la que le brindó su apoyo para las elecciones generales, el diputado le pidió: “Necesito que me recuperes la alegría de ser hincha de Boca que perdí desde que Riquelme es presidente’”. Hace unos días, mientras busca ocupar el sillón de Rivadavia, el propio Milei se metió en la campaña azul y oro. «Si el ingeniero Macri considera que yo puedo ser de utilidad para recobrar la grandeza y el brillo que tuvo Boca durante su gestión, no tengo problema en ayudarlo, obviamente», confirmó en Radio Continental.
Pero ese desamor por Boca habría arrancado antes. Es conocida su versión de que en 2013 dejó de «ser hincha» -rompiendo el mandamiento más sagrado de los futboleros- a causa del actual vice del conjunto de La Ribera, quien entonces regresó al club después de estar unos meses alejado de las canchas para apoyar a Carlos Bianchi en su último ciclo como entrenador. Para Milei, fue un “acto populista” de Angelici, cercano a Macri y quien apoya la lista de Ibarra, que «estaba claro que no iba a funcionar».
La historia no quedó ahí. Poco después pasaría a ser directamente un anti Boca, según sus propias palabras. “Cuando lo repatriaron a Fernando Gago me hice anti. Cómo pueden traer a un cinco que no marque, Gago tiene menos marca que La Salada”, ironizó hace un tiempo sobre la vuelta de Pintita también en 2013, meses después del retorno de Román.
Aunque su fluctuante vínculo de amor-odio con el fútbol tiene su punto más dramático en su visión sobre las instituciones. Hace dos semanas fue el fútbol el que se expidió en contra de su candidatura presidencial. Hubo casi un centenar de clubes, desde Boca y River -incluso los dos más vinculados a él, como Chacarita y San Lorenzo- hasta los del Ascenso y las instituciones barriales, que publicaron comunicados rechazando la posibilidad de que las entidades se vuelvan Sociedades Anónimas Deportivas, un viejo debate que en la Argentina ya había sido impulsado por Macri cuando dirigía a Boca y que Milei volvió a poner en la agenda hace un año en declaraciones al programa de Alejandro Fantino en la emisora Neura: “A mí me gusta el modelo inglés. No les va mal, tienen un espectáculo…”.
En el video, que pese a no ser nuevo se hizo viral en redes desde el jueves, cuando el periodista le consultó si Boca podría ser adquirido por un “capital árabe” o River por un “capital francés”, apuntó: “Y a vos qué carajo te importa de quién es si le ganás a River 5-0, es campeón del mundo, todo. ¿O preferís seguir en esta miseria que tenemos cada vez fútbol de peor calidad? ¿Cómo nos va cada vez que salimos afuera de la Argentina?”.
Viajando un poco más en el tiempo, hay restos que conserva de su época como jugador. El apodo de Loco que hoy le endilgan sus críticos nació en sus tiempos defendiendo el arco del Funebrero. Los compañeros lo llamaban “El Loco del arco”, en parte por su histrionismo para atajar. Los que lo conocieron han contado que era un chico muy eufórico, que continuamente se arengaba a sí mismo. “Se diferenciaba de los demás en que era un atajador, volador. Mucho mejor debajo de los tres palos que saliendo”, lo definió en una entrevista con el periodista Alejandro Casar González para el diario La Nación Eduardo Grecco, quien lo dirigió en Chacarita.
En 2021, el presidente electo visitó el predio de Chacarita y se dio el gusto de tapar un penal.
Al conjunto de San Martín arribó en Novena por intermedio del ojeador Armando «Cacho» Alejos e integró la categoría 70, recordada por sus triunfos. Por entonces Milei ya intentaba parecerse a Rambo. Se lo contó al mismo medio, Martín Ortiz, uno de los que competía con el arco por él, y dijo que hacía la preparación física como si fuera ese personaje de las películas de guerra que fueron un ícono a mediados de los 80, en plena adolescencia del libertario.
Milei, junto a su hermana y José Luis Chilavert, exarquero e ídolo de Vélez que fue candidato a presidente en Paraguay, en una cena durante 2022.
En esa estadía en el Tricolor compartió plantel con Juan Carlos Docabo, hoy entrenador de arqueros de Rubén Darío Insúa en San Lorenzo y que desarrolló una carrera profesional. Justamente el Ciclón fue su siguiente destino después de abandonar Chaca. Allí desembarcó tras una prueba en 1986 y estuvo un año, pero nunca fue fichado para jugar en AFA. Aún así ganó un título representando a un combinado llamado Los Forzosos de Almagro, integrado por los que no estaban federados, con el que vencieron por 4-1 a Huracán en la final.
Tras el paso por el Ciclón, regresó a Chacarita, donde llegó a entrenarse con el plantel de Primera con 18 años. Tras colgar los guantes, el fútbol fue un ámbito que quedó congelado mientras hacía su carrera de economista. Luego llegaría la ya famosa pasantía en el Banco Central a sus 22 años, la que Sergio Massa le espetó en el debate, y su desarrollo en el sector empresarial bajo el ala de Eduardo Eurnekián hasta volverse famoso en los estudios de TV.
Definido como un bilardista, tuvo su cruce con César Luis Menotti luego de que el Flaco declarara que “Milei es un espanto”. “¡Yo ya gané…! Bilardista hasta la médula como toda persona de bien. ¡Muchas gracias rabanito…!”, lo cruzó el candidato en redes sociales. También fue quien metió al fútbol en el último debate el pasado domingo cuando hizo una analogía un tanto fallida para explicarle al otro candidato que no puede considerar una enemiga a Margaret Thatcher, la primera ministra inglesa durante la guerra de Malvinas repudiada por mandar a hundir el General Belgrano fuera de la zona de combate asesinando a 323 jóvenes soldados argentinos. “Es como cuando Alemania en el 74 le hizo cuatro goles a la Argentina. Cruyff la rompió e hizo un desastre. Vos tendrías que considerar que Cruyff es un pésimo jugador”, dijo. Durante toda la semana en redes le recordaron que el ex jugador que marcó una era en el Barcelona, en realidad, era holandés. Y que, obviamente, una guerra no se parece en nada a un partido de fútbol.
Por: Rodo Galdeano
Fuente: TyC Sports
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