La historia del canal de Panamá, la nueva obsesión de Donald Trump
Tras décadas de obras, comenzó a operar en 1914, bajo control estadounidense. La independencia de Panamá, el rol de Estados Unidos en su “patio trasero” y el tratado Torrijos Carter que devolvió el canal a manos panameñas.

El canal de Panamá es una de las obras de ingenierÃa más impresionantes del Siglo XX. Su historia es la de la búsqueda de un paso interoceánico entre el Atlántico y el PacÃfico para facilitar el comercio mundial y no depender del estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos, de dificilÃsima navegación. En el medio, un departamento (provincia) de Colombia se independizó y cedió los derechos a perpetuidad del flamante canal a los Estados Unidos.
Una opción a Magallanes y Cabo de Hornos
Tras el descubrimiento del paso interoceánico en el extremo Sur de América por parte de Hernando de Magallanes, se sucedieron infinidad de expediciones en busca de otro paso con mejores condiciones de navegabilidad. En el siglo XIX, los geógrafos coincidieron en que la única manera era construir un canal en el extremo más angosto de un continente longitudinal.
Asà fue como los ingenieros empezaron a analizar la posibilidad de hacer una obra en el istmo de Panamá. Otra opción era hacer el canal más al norte, en territorio de Nicaragua, para lo cual habrÃa que hacer una gran excavación en ambos extremos para llegar, por el este y el oeste, al Gran Lago Nicaragua.
Décadas después de la propuesta del naturalista alemán Alexander von Humboldt, entró en escena Ferdinand de Lesseps, el responsable de la construcción del canal de Suez, que conecta el Mar Mediterráneo con el Mar Rojo. Inaugurado en 1869 tras diez años de trabajo, era la carta de presentación del empresario francés para hacer el canal de Panamá.
El proyecto francés
El desarrollo del capitalismo, en fase expansiva, con un volumen de comercio internacional que comprometÃa a prácticamente todas las naciones, volvió impostergable la construcción. Francia inició las obras en base al proyecto de Lesseps tras un acuerdo con el gobierno de Colombia. Se trataba de una obra ambiciosa, con un sistema de esclusas para compensar la diferencia de altura, dado que el Atlántico y el PacÃfico no están al mismo nivel. Esa idea la aportó el ingeniero Gustave Eiffel, el constructor de la célebre torre que lleva su nombre.
La obra se vio retrasada por los casos de fiebre amarilla y malaria. Ante la escasez de fondos, Lesseps emitió un bono para financiar la obra. Con parte de ese dinero, a través de sobornos, se consiguieron fondos públicos y además se sobornó a polÃticos y periodistas para que apoyaran la iniciativa. Cuando se descubrió todo, la justicia francesa ordenó la liquidación de la CompañÃa Universal del Canal Interoceánico de Panamá, la empresa creada por Lesseps. Miles de personas que habÃan comprado bonos fueron estafadas y el barón Jacques de Reinach, apareció muerto.
La obra quedó paralizada a partir de 1889. Entonces entró a jugar el gobierno de Estados Unidos. El ingeniero Philippe Bunau-Varilla habÃa continuado a duras penas según el proyecto de esclusas de Eiffel, pero sin fondos, fue a pedir auxilio a Washington.
El TÃo Sam y un nuevo paÃs
En enero de 1903, Colombia y Estados Unidos firmaron el Tratado Herrán-Hay, por el cual ambos paÃses se comprometÃan a terminar la obra del canal. En agosto, el Congreso de Colombia rechazó los términos del tratado, que planteaba la cesión de soberanÃa para el arrendamiento por parte de los estadounidenses. Los derechos de explotación se cedÃan por un siglo. Un mes más tarde, una ley abolió el tratado.
En noviembre de 1902 habÃa terminado la llamada Guerra de los Mil DÃas, un conflicto civil que habÃa desangrado a Colombia desde 1899. El paÃs salió muy maltrecho de esa guerra. La alta burguesÃa del departamento de Panamá, en la zona de construcción del canal, aprovechó para intentar la escisión del resto del paÃs ante los beneficios que podrÃa acarrearle una obra que en Bogotá habÃa quedado frenada.
En noviembre de 1903, los separatistas panameños declararon la independencia. Detrás de ellos, en nombre de la libertad de los pueblos, estaba Estados Unidos. El presidente Thedore Roosevelt dio inicio a la turbulenta relación con lo que se conocerÃa como “patio trasero”. Atrás quedaban las incursiones militares que despojaron a México de la mitad de su territorio y las andanzas del filibustero William Walker en Nicaragua, sÃmbolos de algo que en el Siglo XX se conocerÃa como “imperialismo”. El control del canal abrÃa un nueva etapa.
Las obras culminaron en 1913 y el 15 de agosto de 1914 quedó oficialmente abierta la circulación, en un momento muy especial: hacÃa apenas un mes y medio que habÃa estallado la Primera Guerra Mundial. Una semana antes de la apertura del canal, Alemania habÃa invadido Bélgica, cuyo garante era el Reino Unido. La entrada de los británicos en la guerra le dio otra escala. Panamá servÃa para oxigenar el comercio en medio de un conflicto de una magnitud nunca antes vista.
Al momento de inaugurarse el canal, regÃan los derechos del tratado que Colombia habÃa rechazado. Tras la separación de Panamá, el parlamento del nuevo paÃs habÃa ratificado el tratado. Washington indemnizó a Colombia con 25 millones de dólares.
Con el correr de los años, el nacionalismo colombiano menguó en relación a la posibilidad de una reunificación de ambos paÃses. Gabriel GarcÃa Márquez apuntó en Vivir para contarla, su libro de memorias, que la separación de 1903 habÃa dejado a Colombia como un paÃs a espaldas del Caribe, que a partir de entonces empezó a pensarse como una nación andina.
Un reclamo de décadas
Lo que fue creciendo en las décadas siguientes a la inauguración fue el anhelo nacionalista de Panamá por tomar el control de un canal por el cual pasaba gran parte del comercio mundial y que por el tratado de 1903 privaba al erario público panameño de recaudar millones de dólares por los derechos de navegación.
Ese anhelo creció a lo largo de un siglo en el que la presencia de Estados Unidos fue muy marcada en América Central, con la lucha contra Augusto César Sandino en Nicaragua y la instauración de la tiranÃa de la familia Somoza, o el apadrinamiento de la larga dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana, o el entrenamiento de grupos paramilitares en El Salvador y Guatemala, y más tarde la incursión de los contras nicaragüenses. Además del dolor de cabeza permanente que significó lo ocurrido el 1º de enero de 1959 en Cuba.
Para 1977, en la Casa Blanca habÃa un presidente proclive al diálogo sobre el canal, que podÃa convertirse en una bomba de tiempo desde que en 1968 Omar TorrijosÂse habÃa convertido en el hombre fuerte de Panamá. Jimmy Carter tomó debida nota de la retórica del militar, que habÃa tomado el poder por un golpe de Estado y hablaba con una fuerte impronta nacionalista.
Acuerdo en la Casa Blanca
Carter le dio un sentido americanista a las negociaciones cuando el 7 de septiembre de 1977 se firmó el Tratado Torrijos Carter, que derogó lo acordado en 1903, marcó el fin de la jurisdicción de Estados Unidos, cedió derechos comerciales a Panamá y, más importante, fijó el 31 de diciembre de 1999 como fecha para concretar la devolución. Ese sentido americanista estuvo dado en que, para la firma en la Casa Blanca, se invitó a todos los jefes de Estado de América Latina.
AsÃ, fueron a Washington, por primera y única vez en su vida, los dictadores Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet, que sintieron el rigor de la administración Carter por las sanciones a la Argentina y Chile, sÃmbolos de las violaciones a los derechos humanos en la región. Tanto Videla como Pinochet tuvieron en esas horas las únicas reuniones bilaterales, no muy amables, con un presidente de los Estados Unidos.
En la delegación de Torrijos estaba un escritor inglés, crÃtico implacable del expansionismo estadounidense y a quien la CIA habÃa vigilado durante décadas: Graham Greene. El autor de El poder y la gloria se habÃa vuelto cercano a Torrijos. Después de la muerte del general en un sugestivo accidente de aviación en julio de 1981, cuando Carter ya no era presidente, Greene volcó sus impresiones de esos tiempos en Conociendo al general: la historia de una participación. Allà cuenta que, en la Casa Blanca, no pudo acercarse a Pinochet para decirle una frase que tenÃa bien pensada desde el 11 de septiembre de 1973: “General, creo que usted y yo tenemos un amigo en común: el doctor Allende”.
La decisión de Carter causó escozor en la derecha estadounidense. “Pagamos por el canal, es nuestro y no se discute”, llegó a decir un ex gobernador de California que se opuso al Tratado, y que más tarde aplacó la moral de Washington contra las dictaduras del Cono Sur cuando arribó a la Casa Blanca, aunque no le dio para sacarse una foto con Pinochet o Videla: Ronald Reagan.
El canal fue devuelto a Panamá en tiempo y forma (gobernaban Bill Clinton y Mireya Moscoso, la viuda de Arnulfo Arias, derrocado 31 años antes por Torrijos), aun cuando en 1989 se produjo la invasión con sentido policial para detener a Manuel Noriega, el sucesor de Torrijos, al que George Bush padre acusaba de narcotraficante.
Trump volvió a la Casa Blanca y en el discurso inaugural reclamó por el canal, sobre el cual hay derechos adquiridos. Quizás quiera convencer al paÃs centroamericano de dedicarse a explotar como marca el nunca bien ponderado sombrero Panamá. Salvo que se trata de un producto ecuatoriano. Aunque eso se podrÃa arreglar más fácil que lo que ahora propone el lÃder republicano.



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