La marcha por los jubilados se replicó con fuerza, pero el mega operativo en el Congreso evitó otra jornada de enfrentamientos

El reclamo por el fotógrafo Pablo Grillo marcó el pulso de la manifestación. La movilización se desarrolló de forma pacífica, aunque con algunos incidentes aislados y violentos marginales. Hubo un detenido por atacar a un periodista

Faltando minutos para las 16, el jefe de una de las cinco fuerzas federales se acercó a uno de los vallados que separaba del Congreso de la Nación a los primeros manifestantes que llegaron a la plaza para protestar junto a los jubilados. Estaba sorprendido por la poca gente que había: “O nos estamos perdiendo de algo, o nos quieren hacer quedar como boludos”, dijo ante Infobae.

 

La preocupación de este alto funcionario se explicaba por la necesidad de que el enorme operativo que montó el Ministerio de Seguridad Nacional saliera a la perfección, y para eso debía justificarse su magnitud. Esperaban más de 15.000 personas, según las estimaciones previas.

 

Para evitar las escenas de violencia y represión que caracterizaron el miércoles pasado se dispuso un vallado alrededor del Congreso. Las divisiones metálicas fueron claves para cumplir ese objetivo: las fuerzas se mantuvieron detrás de las vallas y los manifestantes coparon la plaza y las avenidas que la rodean. Esa decisión, sumada a la de suspender -por hoy- el protocolo antipiquetes, fue central para que el operativo de seguridad resultara exitoso.

Ya entrada la tarde llegaron el grueso de las columnas: sindicatos, organizaciones sociales, agrupaciones políticas y grupos de jubilados volvieron a marchar. Entre los carteles que llevaron los manifestantes se repitieron una y otra vez tres nombres: Pablo Grillo, Patricia Bullrich y Javier Milei.

 

“Fuerza, fuerza, fuerza Pablo, fuerza”, cantó repetidamente la gente. El rostro del reportero gráfico apareció en globos y en remeras, había vírgenes con mensajes de esperanza y fotos suyas a un lado. Su causa impregnó a casi todos los que salieron a marchar, incluso a los propios jubilados, que pusieron al fotógrafo a la par de su demanda.

Tal es el caso de Victoria Martínez, de 70 años, que este miércoles se manifestó con otras dos amigas jubiladas: “Basta de este gobierno represor. El pueblo está harto de que nos avasallen. La semana pasada le volaron la cabeza a un pibe trabajador de prensa que podría ser mi hijo. Que sepan que estos viejos meados vamos a morir de pie”, advirtió la mujer.

 

A lo largo de toda la manifestación se notó la presencia de adultos mayores. La represión de la última protesta no los desalentó a salir nuevamente. “Vengo desde Ensenada, me tomo el tren y dos colectivos. Muchas veces vi a la Policía tirando gas, vi como a la gente la arrastraban por el piso. Esto no nos hace bien a la salud, pero no damos más. Me sacaron medicamentos, vas al PAMI y es un desastre. Yo gano 340.000 pesos”, contó Silvia, de 79 años, quien protestó pegada a la valla durante varias horas.

Algunos metros detrás de ella había una parrilla, de las que están siempre en las manifestaciones. El choripán y la hamburguesa se vendieron a 7.000 pesos. Con los haberes que percibe en un mes, Silvia se podría haber comprado 48 sanguches: algo así como dos comidas la primera quincena y una en la segunda, si no tuviera otros gastos.

 

Antes de que cayera el sol empezó la desconcentración de la marcha. Primero se fueron los sindicatos y luego las organizaciones sociales. Las agrupaciones de izquierda llegaron primeras y se fueron últimas. En la plaza quedó un centenar de personas. En el aire se notaba el cambio de un miércoles a otro: no hubo escopetazos, contenedores de basura quemados o escombros usados como proyectiles contra la Policía.

 

Apenas se vieron algunas corridas y episodios aislados. Echaron de la manifestación a un youtuber señalado como libertario por su look “Peluca Milei” y le pegaron a algunos presuntos infiltrados que estaban demasiado efusivos, pero no mucho más.

 

Si algo empañó lo que fue una marcha tranquila, fueron los violentos marginales que quedaron entre ese último remanente de la protesta. A última hora atacaron el vallado de la avenida Entre Ríos con patadas y a los empujones. Lanzaron botellazos y proyectiles. Una chica de no más de 25 años llevó un desodorante y un encendedor, y empezó a lanzar fuego en dirección hacia las fuerzas, que se colocaron en posición para avanzar ante la amenaza.

 

Minutos después, alguien avisó que la brigada motorizada de la Policía Federal se estaba desplazando por las calles aledañas hacia los accesos a la Plaza del Congreso. Recién ahí empezó la dispersión de los que quedaban.

 

 

Exactamente en ese momento un manifestante atacó por la espalda a un periodista de TN sobre avenida Rivadavia. El autor del hecho salvaje, que no se correspondió con el resto de la manifestación, se llama David Olivera y terminó detenido por la Policía de la Ciudad.

 

  • Fuente: Infobae

 

Rivero. C

 

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