El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, defendió este domingo su legado para construir una «patria nueva» durante su último informe de gobierno, en el que destacó que entre 2018 y 2013 salieron de la pobreza 9,5 millones de mexicanos. En el Zócalo de Ciudad de México, la principal plaza pública del país, el mandatario se despidió de miles de seguidores con un discurso de casi dos horas en el que dijo que se va «con la conciencia tranquila» por entregarle «las bases de la transformación» a su sucesora, Claudia Sheinbaum.

Avanzar con la «Cuarta Transformación»

«Estamos viviendo en una auténtica democracia, construyendo una patria nueva», dijo López Obrador durante el último balance de sus seis años de gobierno en el que, aseguró, buscó «revertir la decadencia que se produjo con la política neoliberal». Pudimos «fincar las bases para iniciar una etapa nueva como la Cuarta Transformación», agregó el mandatario entre ovaciones.

López Obrador ofreció cifras positivas, como un crecimiento promedio anual del uno por ciento del producto bruto interno (PBI) en su gestión y una reducción del 18 por ciento en el promedio diario de los homicidios, de 101 a 83. También reportó que el salario mínimo subió por encima del 100 por ciento bajo su administración y destacó, citando datos del Banco Mundial: «La pobreza en México pasó de 34,3 millones a 24,7 es decir, en cinco años 9,5 millones de mexicanos salieron de la pobreza«.

El presidente mexicano expresó su «felicidad» porque «quien va a quedar en sustitución es una mujer excepcional, que le va a dar continuidad a la transformación». En ese sentido recordó que presentó 20 reformas a la Constitución el 5 de febrero para contrarrestar 36 años del «nefasto período neoliberal» que el nuevo Congreso, con una «supermayoría» del oficialismo, discutirá a partir de esta semana para que Sheinbaum las implemente.

«Aun con lo mucho que se ha logrado, todavía es notorio el atraso que padecemos por el largo y tormentoso periodo en el que el gobierno estuvo en manos de oligarcas insensibles que nunca se preocuparon por el bienestar del pueblo y solo se dedicaron a saquear», destacó López Obrador, arropado por una aprobación popular del 73 por ciento, según una encuesta reciente del diario El Universal.

Entre los temas pendientes, López Obrador mencionó el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, aunque defendió el rol del Ejército en tareas de seguridad pública. «Avanzamos en la investigación para encontrar a los jóvenes de Ayotzinapa, esa es una asignatura pendiente, pero todavía no termino mi mandato como presidente y vamos a seguirlos buscando a los jóvenes», declaró el mandatario en el acto en Ciudad de México.

Colmado de simpatizantes desde dos horas antes de que empezara el discurso, el Zócalo vivía un ambiente de fiesta, con bandas de músicos, bailes folclóricos y asistentes que aprovecharon la espera para desayunar, protegidos del sol con sombrillas. Entre grupos que llegaron del interior, portando banderas y uniformados con gorras y camisetas, hasta quienes acudieron espontáneamente, los mensajes más repetidos en carteles y cánticos fueron «Gracias» y «Hasta siempre, presidente».

Reforma judicial en la mira

López Obrador entregará el mando el primero de octubre a Sheinbaum, primera presidenta de la historia de México, elegida con casi 36 millones de votos (60 por ciento de los sufragios) en los comicios del pasado 2 de junio. Sheinbaum heredará un paquete de reformas constitucionales entre las que destaca una reforma del poder judicial, que es rechazada por la oposición.

La columna vertebral del proyecto plantea la elección de jueces y magistrados por voto popular, una propuesta que desató una huelga de los trabajadores del sector. El gobierno de López Obrador alega que busca terminar con los privilegios del poder judicial que, argumenta, está al servicio de los élites. Sus detractores replican que politizará la justicia y minará su independencia.

Para Estados Unidos, principal socio comercial de México por ser el destino del 83 por ciento de sus exportaciones, la reforma representa un «riesgo» para la democracia y «amenaza» el acuerdo comercial (T-MEC) vigente entre ambos países y Canadá, según afirmó el embajador estadounidense, Ken Salazar. En respuesta López Obrador decretó una «pausa» en su relación con Salazar, que no se extiende al conjunto de la administración de Joe Biden.

Consultados por López Obrador en pleno discurso si prefieren que los jueces sean elegidos por los legisladores o por el pueblo, los miles de simpatizantes en el Zócalo respondieron: «El pueblo». «Esto ayuda a entender cuál es el sentimiento del pueblo y también para que lo internalicen nuestros vecinos y amigos de Estados Unidos», agregó el mandatario.

Aunque la propuesta de reforma llegó al Congreso hace meses, será debatida y aprobada por la nueva legislatura que se instala este domingo. En el nuevo Parlamento, el partido oficialista Morena y sus aliados estrenarán las supermayorías que lograron en las elecciones de junio, con dos terceras partes de los escaños en diputados y a solo un asiento de lograr la misma proporción en el Senado.

La llamada «mayoría calificada» los habilita para modificar la Constitución sin necesidad de los votos de la oposición. Un gobierno mexicano con supermayorías en el Congreso es una situación inédita en lo que va del siglo XXI. Su antecedente se remonta a la década de 1990, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) todavía mantenía la hegemonía política que ostentó por más de 70 años.