Los motivos de las diferencias entre Francos y Caputo y la nueva distribución de roles para aplacar las tensiones

Mientras envían señales de apaciguamiento en fotos, el jefe de Gabinete y el principal asesor ensayan un esquema para evitar cortocircuitos. Empoderamiento del segundo del jefe de Gabinete, Catalán

En los más encumbrados despachos del Gobierno suelen reivindicar los modos del peronismo, al menos en contraposición a los de PRO. Quizá por eso eligieron una foto al estilo del PJ tradicional para enviar una señal de unidad, tras semanas de diferencias indisimulables en la cúpula libertaria. La imagen que publicó el vicejefe de Interior, Lisandro Catalán con unos sonrientes Karina Milei, Santiago Caputo y Guillermo Francos en la Casa Rosada fue una manera de demostrar que la unidad de la mesa chica del Presidente se mantiene, aunque nadie pone las manos en el fuego para asegurar que los encontronazos no volverán a repetirse.

La foto fue tomada y publicada, de mano propia, y no casualmente, por el funcionario de mayor confianza de Guillermo Francos, Lisandro Catalán. “Estaban almorzando y alguien tiró en chiste: miren lo peleados que están. Entonces Lisandro propuso la foto, la sacó, publicó él mismo el tuit”, contaron. En general, el vicejefe de Interior deja esas labores técnicas en manos del equipo de comunicación. Esta vez primó la necesidad de actuar espontáneamente, sin mayores demoras ni elucubraciones.

Las diferencias de criterio entre el experimentado político y el joven consultor se arrastran desde las discusiones por la Ley Bases, cuando Francos les prometía ciertas medidas a legisladores o gobernadores, y después se ejecutaban otras, contrarias o distintas. El jefe de Gabinete, aunque protestaba por lo bajo, mantenía las formas. Pero el decreto de acceso a la información pública, si bien no resultaba particularmente relevante para ninguna de las partes, fue la gota que rebalsó el vaso.

La historia es conocida: el Gobierno, a instancias de Santiago Caputo, avanzó con una reglamentación de esa ley que generó cuestionamientos en Diputados, incluso entre los aliados del PRO. Exactamente la semana en la que Francos iba a dar su primer informe al Congreso. Frente al hemiciclo, ante los planteos de una de las diputadas, el jefe de Gabinete dejó la puerta abierta a una revisión. Pero ese mismo día, en el primer piso de la Casa Rosada dejaron entrever que tal cosa no estaba en los planes.

Dos días después, el vocero Manuel Adorni, que no dice una palabra sin la aprobación del “triángulo de hierro”, ratificó la postura intransigente que ya habían mostrado por lo bajo. Francos tomó el discurso del portavoz como una forma de desautorización, y esa percepción lo llevó al punto de hervor. “Entendió que no era en su contra, pero se calentó, sí”, dijeron testigos. Sin embargo, aseguraron que su internación, al día siguiente, por un “cuadro sincopal”, no se debió a ese mal trago.

Como es habitual en los círculos de poder, los libertarios intentaban a destajo relativizar el peso de las desavenencias. Y se esmeraban, especialmente, en evitar una palabra que consideran maldita. “Esto no es una interna. Son diferencias por temas puntuales, lo cual es lógico”, insistieron en distintos despachos del poder nacional, donde respaldaron con el argumento de que Francos no tiene ambición de poder y que, por ese motivo, no se libra una disputa para ganar espacios. “Esta etapa es la frutilla del postre para Guillermo. No quiere ser candidato, ni territorios. Sólo por eso no puede ser una interna”, enfatizó un funcionario. Y planteó como ejemplo la decisión de Francos de deshacerse del manejo de las sociedades del Estado, entre otras áreas, cuando tomó el control de ministro coordinador.

Francos y Caputo hablaron varias veces desde la semana pasada, y el primero admitió las diferencias públicamente. El vínculo es cordial, hoy, y en el Gobierno se perfila una nueva distribución de roles, justamente, para evitar futuros cortocircuitos. Por un lado, se multiplican las acciones directas del outsider Milei en la arena política: de la cumbre con legisladores en Casa Rosada, hace diez días; a la inauguración de la mesa política de los martes; al asado en Olivos con legisladores, anteayer. Entre otros motivos, para ordenar a la tropa propia.

Santiago Caputo, que acumula atribuciones en todos los aspectos posibles del Gobierno, empezó a bajar el nivel de injerencia en las negociaciones con los actores del Congreso (aunque, por su llegada con varios de los diputados y senadores, nadie cree que suspenderá por completo los contactos). Y Catalán, que responde a Francos, empezó a levantar el perfil y la participación en esos menesteres que, en rigor, corresponden a su cargo.

Ya había comenzado con esa tarea, al principio tímidamente, con el debate por la Boleta Única y la recepción, en privado, de unos 10 gobernadores, por separado, a lo largo de julio y agosto. Pero últimamente empezó a dar entrevistas periodísticas; estuvo en la reunión del lunes con Francos y Caputo y los mandatarios para explicar el Presupuesto y recibir demandas; y en la del martes con los jefes de la comisión de Presupuesto para armar la estrategia. Ese día había almorzado almorzó con los miembros más encumbrados de la mesa chica de Milei, después de la reunión de Gabinete “reducido” que se inauguró hace tres semanas. Y esos almuerzos, adelantan, también se institucionalizarían.

Mientras tanto, su par de Gabinete, José Rolandi, empezó a ocuparse más de las tareas técnicas que corresponden a su rol, y menos a la negociación con el Congreso, como sí había ocurrido en la etapa de Bases. El martes se sumó a la reunión en Gobierno por el Presupuesto justamente para aportar desde ese lugar, aunque llegó a último momento y por eso no apareció en la foto. “Nos estamos ordenando mejor”, explicaron.

Anteayer, Francos y Caputo se sentaron juntos en la reunión de Gabinete. Y hoy volvieron a aparecer juntos en una foto para advertir contra las medidas de fuerza de los gremios aeronáuticos. En sus respectivos entornos aseguran que está intacta la confianza mutua del inicio de la administración, pero no aseguran que los roces de la gestión y la política puedan repetirse. “Los dos tienen roles y personalidades muy fuertes. Y tienen concepciones diferentes sobre cómo se hace política. Guillermo es más pragmático, prefiere ceder en algunas cosas para llegar a un acuerdo. Santiago te redobla la apuesta para no perder lugares. Y ahí pueden chocar”, describió un referente violeta que los frecuenta.

Fuente: Infobae

Rivero. C

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