A unos 150 kilómetros de la Ciudad de San Juan, en el corazón de Jáchal, la comunidad de Mogna vive un constante olvido por parte de las autoridades, a pesar de su más de 270 años de historia. Con tan solo 350 habitantes, el pueblo enfrenta una realidad de promesas incumplidas, mientras sus vecinos luchan por mejorar sus condiciones de vida.
Promesas rotas y reclamos ignorados
La historia de Mogna es un reflejo del desinterés de los gobiernos municipales y provinciales. Aunque el pueblo tiene un rico patrimonio histórico, cultural y geológico, las carencias persisten:
Agua no potable: El agua que llega a los hogares está contaminada, y la planta de tratamiento inaugurada en 2017 jamás funcionó. Los vecinos deben recurrir a camiones cisterna que no siempre son suficientes. Agricultura y ganadería sin apoyo: Aunque cuentan con tierras fértiles, las autoridades no han construido una toma de agua en el río, lo que impide el desarrollo agrícola y ganadero. Educación incompleta: La localidad solo ofrece hasta el ciclo básico de la secundaria. Para continuar, los jóvenes deben trasladarse a otras ciudades, lo que conlleva un gasto económico significativo. Salud desatendida: El servicio de salud es limitado, con consultas médicas solo cada 15 días, y las emergencias se complican por la falta de ambulancias adecuadas. Aislamiento constante: La falta de transporte público y un camino intransitable cuando llueve, mantienen a Mogna aislada del resto de la provincia.
Un potencial turístico desaprovechado
A pesar de sus recursos naturales y culturales, como el Valle Encantado, la capilla de San Nicolás y la tumba de la guerrillera Martina Chapanay, Mogna no recibe el apoyo necesario para desarrollarse como destino turístico. Este potencial podría ser la clave para mejorar la economía local y sacar al pueblo de la pobreza.
Resistencia y esperanza
A pesar de las adversidades, los habitantes de Mogna continúan luchando por sus derechos, convencidos de que “la historia de Mogna no puede seguir siendo la historia de un pueblo olvidado”.
“Queremos vivir dignamente, en el lugar donde nacimos,” expresó Alfredo Fernández, productor caprino y vecino del pueblo.
Los comentarios están cerrados.