Perra heroína: Elsa, la socorrista que busca sobrevivientes por el terremoto en Japón

El Mundo

El terremoto que sacudió a Japón el lunes, 1 de enero de 2024, dejó al menos 94 muertos, 242 desaparecidos y cientos de heridos, Aunque los rescatistas pierden cada día la esperanza de encontrar a alguien con vida, una perra socorrista sigue buscando sobrevivientes bajo los escombros.

Las autoridades de Japón tienen cada vez menos posibilidades de encontrar sobrevivientes,y es por eso que precisaron ayuda de canes para lograrlo.

Quién es Elsa, la perra socorrista

Se trata de Elsa, esta entrenada para trabajar junto a militares y socorristas para encontrar y sacar a personas que están enterradas por el derrumbe de sus edificios.

En los días siguientes al sismo, la perra negra y con ojeras puntiagudas buscaba a una a una anciana que se teme que estaba atrapada bajo los escombros de su casa. El animal fue traído a esta ciudad costera por Yasuhiro Morita desde su centro de adiestramiento de perros socorristas situado a unos 500 kilómetros, en la región occidental de Tottori.

«Por favor Elsa, por favor, encúentrala», le rogaba una persona, entre una multitud de vecinos y rescatistas que observaban sus esfuerzos, tres días después de la catástrofe.

El entrenamiento de Elsa

Según su entrenador, Yasuhiro Morita, Elsa es “la mejor en el oeste de Japón”. Por eso, fue llevada a Wajima, una de las ciudades más afectadas por el terremoto.

Está entrenada para ladrar cuando encuentra un cadáver”, indicó Morita a la agencia AFP. “Pero hoy solo merodeó entre la multitud, lo que probablemente signifique que no había ningún cadáver allí”, añadió.

Elsa no es la única perra que sigue buscando sobrevivientes entre las ruinas. Jennifer, otra can rescatista, encontró con vida a una anciana atrapada bajo escombros.

Bajan las posibilidades de encontrar supervivientes

Las localidades con más desaparecidos son dos de las más golpeadas por el temblor; Wajima, y Suzu, donde se ha confirmado que numerosas viviendas han quedado colapsadas y prosiguen las tareas de rescate a pesar de que ya ha pasado el límite de 72 horas tras el cual es muy difícil encontrar supervivientes.

La Guardia Costera japonesa se encuentra también buscando desde el jueves con un avión y una lancha a personas que pudieron ser arrastradas por el tsunami –se registraron subidas de la marea de hasta 1,2 metros– provocado por el terremoto que golpeó el centro de Japón a principio de semana, tras recibir un informe de testigos.

Los expertos han alertado además de réplicas durante toda esta semana y la siguiente que podrían ser de gran intensidad, además de las lluvias que están azotando la zona y que podrían provocar deslizamientos de tierra y dificultar también las tareas de rescate.

El desastre después del terremoto en Japón

Los túneles de las afueras de Wajima, una ciudad de unos 23.000 habitantes, están parcialmente bloqueados por rocas. Casas derruidas jalonan la ruta, con escombros y nieve salpicando la carretera.

A los que llegan a la ciudad les esperan imágenes aún más impactantes. Un imponente edificio de siete plantas yace de lado, mientras que postes de electricidad caídos impiden el paso por una calle.

La descripción de las personas que vieron la ciudad en ruinas

«¿Hay alguien ahí? ¡Respondan, por favor!», grita un militar mientras su equipo busca entre las ruinas de una casa a otro habitante desaparecido.

El sismo provocó también un enorme incendio que arrasó con una zona donde había un mercado y donde en total unas 200 estructuras se quemaron.

Shinichi Hirano, de 47 años, contempla las ruinas. «Aquí es donde estaba la casa de mi abuela, pero se quemó», dice a la AFP.

«Ella falleció hace tiempo, así que su casa estaba vacía, pero aún así esta zona estaba llena de buenos recuerdos», añade, mostrando el lugar donde estaba una pastelería que solía frecuentar de niño. «Pero todo se esfumó. Ahora solo veo ruinas», dice con una sonrisa triste. «No tengo palabras», añade.

Un hombre de 80 años, que no quiso dar su nombre, contemplaba con tristeza la desolación. «Vine a ver cómo están mis parientes, pero aún no he podido verlos», dice el anciano.

«Esto es terrible, terrible», suspira. «Es como si hubiera habido una guerra».

Por: Rodo Galdeano

Fuente: Ámbito

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