Suprimir la contaminación del aire por combustibles fósiles evitaría más de 5 millones de muertes
Sustituir petróleo, carbón y gas por energías limpias podría tener un impacto mayor del que se creía en la salud global, según un estudio liderado por el Instituto alemán Max Planck.
La contaminación atmosférica es uno de los cuatro principales factores de riesgo de enfermedad y mortalidad a escala mundial, junto con la hipertensión, el tabaquismo y las dietas malsanas, de acuerdo a esos reportes.
En 2019, último año del que existen cifras globales, la contaminación del aire exterior y doméstico causó alrededor del 12% de todas las muertes del planeta, según las directrices de la OMS sobre la calidad del aire.
Ahora, una nueva investigación de científicos europeos y estadounidenses discriminó estos decesos según el origen y el impacto de todas las fuentes de contaminación del aire (naturales: el polvo del desierto, los incendios espontáneos y las erupciones volcánicas; o antropogénicas, las causadas por la acción humana) y determinó que la contaminación atmosférica conjunta por partículas finas (PM2,5) y ozono (O3) –dos de los principales contaminantes- es responsable de unos 8,3 millones de muertes al año a escala mundial.
«La mejora de la calidad del aire reduciría la carga de varias enfermedades importantes, lo que se traduciría en vidas más sanas y largas, menos pacientes que requieran ingreso hospitalario y otros tratamientos”
De acuerdo con el estudio, publicado por The BMJ (British Medical Journal), de esas más de 8 millones de muertes anuales, 5,1 millones -dos terceras partes del total- estarían provocadas por el uso del petróleo, el carbón y el gas natural en la industria, la generación de energía y el transporte.
Se trata de una cifra mayor de la estimada en trabajos previos y, según concluyen los investigadores, podría evitarse mediante la sustitución progresiva de las energías fósiles por fuentes limpias y renovables, como se acordó de forma no vinculante durante la 28ª conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP28), celebrada en diciembre en Dubái (Emiratos Árabes Unidos).
Para hacer su estimación, los autores idearon un nuevo modelo estadístico cruzando información sobre la carga de enfermedad y mortalidad del estudio Global Burden of Disease de 2019 con datos sobre la distribución de partículas finas y población procedentes de satélites de la NASA.
Este nuevo modelo “tiene implicaciones para los países de renta alta (dependientes en gran medida de la energía fósil) y para los de renta baja y media, en los que el uso de combustibles fósiles está aumentando”, señalaron en el estudio.
“En el sur, este y sudeste de Asia vive el 55 % de la población mundial y se registra el 70 % de la mortalidad relacionada con la contaminación atmosférica”, agregaron y advirtieron que es un importante factor de riesgo para la salud en todo el mundo, incluyendo aquellos países con los mejores índices.
“Aunque la calidad del aire ha mejorado en algunas regiones, como Norteamérica, Europa y Asia Oriental, las poblaciones que envejecen son más susceptibles al riesgo derivado de una exposición prolongada”, indicaron en un editorial que acompaña al estudio de la revista Heli Lehtomäki, del Instituto Finlandés de Salud y Bienestar, y Otto Hänninen, del Instituto Noruego de Salud Pública.
La mejora de la calidad del aire reduciría la carga de varias enfermedades importantes, lo que se traduciría en vidas más sanas y largas, menos pacientes que requieran ingreso hospitalario y otros tratamientos”
Además de muertes, recalcan los editorialistas, la contaminación del aire produce o agrava patologías como la cardiopatía isquémica, el ictus, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la hipertensión arterial o enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson.
“La mejora de la calidad del aire reduciría la carga de varias enfermedades importantes, lo que se traduciría en vidas más sanas y largas, menos pacientes que requieran ingreso hospitalario y otros tratamientos”, añadieron los expertos.
La calidad del aire está muy relacionada con el clima del planeta porque, además de una fuente importante de partículas contaminantes y ozono, los combustibles fósiles son el principal motor del cambio climático, que también daña la salud humana y los ecosistemas en muy diversas formas. Ese impacto no se ha evaluado con esta última investigación -centrada en el de la polución ambiental-, lo que sugiere que eliminarlos supondría beneficios aún mayores para la salud global, como destacan sus autores.
“Dado el objetivo de neutralidad climática para 2050 fijado en el Acuerdo de París, la sustitución de los combustibles fósiles por fuentes de energía limpias y renovables tendría enormes beneficios colaterales para la salud pública y el clima”, insistieron los especialistas.
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